TIPOS DE
ANEMIAS
La anemia hemolítica por anticuerpos calientes es una enfermedad en la que el cuerpo crea autoanticuerpos que reaccionan contra los glóbulos rojos a la temperatura de éste.
Estos
autoanticuerpos cubren los glóbulos rojos, los cuales son entonces
identificados como un componente extraño y destruidos por células presentes en
el bazo o a veces en el hígado y la médula ósea. Esta enfermedad es más
frecuente en las mujeres que en los varones. Aproximadamente un tercio de las
personas que padecen este tipo de anemia tienen una enfermedad subyacente, como
un linfoma, una leucemia o una enfermedad del tejido conectivo (especialmente
lupus eritematoso sistémico), o bien han sido expuestas a ciertos fármacos,
principalmente la metildopa.
Los
síntomas son a menudo peores que los que el grado de anemia dejaría prever,
probablemente porque ésta suele desarrollarse rápidamente. Como el bazo
habitualmente se agranda, la parte superior izquierda del abdomen puede doler o
dar una sensación de molestia.
El
tratamiento depende de la identificación de la causa. Así, los médicos primero
intentan tratarla o eliminarla. Si no se identifica la causa, a menudo se
administra un corticosteroide como prednisona en dosis elevadas, primero por
vía intravenosa y luego por vía oral. Aproximadamente un tercio de las personas
responde bien a este fármaco, cuyas dosis se reducen hasta suspender el
tratamiento. Los otros dos tercios pueden requerir la extirpación quirúrgica
del bazo para evitar que destruya los glóbulos rojos cubiertos por
autoanticuerpos. La extirpación del bazo controla la anemia en aproximadamente
la mitad de las personas. Si estos tratamientos fallan, se utilizan fármacos
inhibidores del sistema inmune, como la ciclosporina y la ciclofosfamida.
Las
transfusiones de sangre pueden causar problemas en las personas que padecen
anemia hemolítica autoinmune. El banco de sangre puede no encontrar sangre que
no reaccione con los autoanticuerpos y las transfusiones en sí pueden incluso
estimular la producción de más autoanticuerpos.
Anemia
hemolítica por anticuerpos fríos
La anemia
hemolítica por anticuerpos fríos es una enfermedad en la que el cuerpo crea
autoanticuerpos que reaccionan contra los glóbulos rojos a temperatura ambiente
o fría.
Este tipo
de anemia puede ser aguda o crónica. La forma aguda a menudo ocurre en personas
que padecen infecciones agudas, especialmente ciertas neumonías o mononucleosis
infecciosa. No dura mucho tiempo, es relativamente leve y desaparece sin
tratamiento. La forma crónica es muy frecuente en las mujeres, particularmente
en las mayores de 40 años que padecen artritis u otras enfermedades reumáticas.
Si bien la
forma crónica persiste generalmente durante toda la vida, la anemia suele ser
leve y produce pocos síntomas o ninguno. Pero la exposición al frío incrementa
la destrucción de los glóbulos rojos y puede empeorar los dolores en las
articulaciones y ocasionar síntomas como fatiga y una coloración azulada de los
brazos y de las manos. Las personas que presentan este trastorno y viven en
climas fríos tienen sustancialmente más síntomas que quienes viven en climas
calurosos.
La anemia
hemolítica por anticuerpos fríos se diagnostica mediante análisis que detectan
anticuerpos en la superficie de los glóbulos rojos que son más activos a
temperaturas inferiores a la del cuerpo. No existe ningún tratamiento
específico, así que el objetivo final es aliviar los síntomas. La forma aguda,
asociada a las infecciones, mejora sin tratamiento y rara vez causa síntomas
graves. La forma crónica puede prevenirse evitando la exposición al frío.
Hemoglobinuria
paroxística nocturna
La
hemoglobinuria paroxística nocturna es una anemia hemolítica poco frecuente que
causa episodios súbitos y reiterados de destrucción de glóbulos rojos debido a
la acción del sistema inmune.
La
destrucción súbita (paroxística) de gran cantidad de glóbulos rojos, que puede
ocurrir en cualquier momento, no sólo por la noche (nocturna), hace que la
hemoglobina se vierta a la sangre. Los riñones entonces filtran la hemoglobina,
lo que oscurece la orina (hemoglobinuria). Esta anemia es más frecuente entre
los varones jóvenes, pero puede aparecer a cualquier edad y en uno u otro sexo.
No se conoce su causa.
La
hemoglobinuria paroxística nocturna puede causar intensos calambres en el
estómago o dolores de espalda y también producir la coagulación de la sangre en
las grandes venas del abdomen y de las piernas. El diagnóstico se realiza con
análisis de laboratorio, que pueden detectar los glóbulos rojos anormales
característicos de este trastorno.
Los
corticosteroides como la prednisona ayudan a aliviar los síntomas, pero aún no
se cuenta con un método para curar la enfermedad. Las personas que presentan
coágulos de sangre pueden necesitar un anticoagulante (un medicamento que reduce
la tendencia de la sangre a coagularse), como por ejemplo el acenocumarol. El
trasplante de médula ósea puede estar indicado en las personas que padecen la
forma más grave de esta anemia.
Anomalías
de los glóbulos rojos
La
destrucción de los glóbulos rojos puede deberse a que tengan formas anormales,
membranas débiles que se rompan fácilmente o a que les falten las enzimas
necesarias para su buen funcionamiento y para la flexibilidad que les permita
circular por los vasos sanguíneos más estrechos. Tales anomalías en los
glóbulos rojos ocurren en determinados trastornos hereditarios.
La
esferocitosis hereditaria es un trastorno hereditario en el que los glóbulos
rojos que se presentan normalmente en forma de disco se vuelven esféricos.
Los
glóbulos rojos que presentan malformaciones y son rígidos quedan atrapados en
el bazo, donde se destruyen, produciendo anemia y agrandamiento de dicho
órgano. La anemia es habitualmente leve pero puede ser más intensa si existe
una infección. Cuando el trastorno es grave pueden aparecer ictericia y anemia,
el hígado puede agrandarse y se forman cálculos biliares. En los adultos
jóvenes, este trastorno puede confundirse con hepatitis. Pueden presentarse
anomalías óseas, como cráneo en forma de torre y más de cinco dedos en las
manos y en los pies.
Habitualmente
no se necesita tratamiento, pero la anemia intensa puede requerir la
extirpación del bazo. Este procedimiento no corrige la forma de los glóbulos
rojos, pero reduce el número de los que se destruyen y así se corrige la
anemia.
La
eliptocitosis hereditaria es un trastorno poco frecuente por el que los
glóbulos rojos adoptan la forma de un óvalo o de una elipse, en lugar de la de
un disco.
Este
trastorno a veces ocasiona una anemia leve pero no requiere ningún tratamiento.
Extirpar el bazo puede ser de cierta utilidad en caso de anemia intensa.
El déficit
de G6PD es un trastorno por el cual la membrana de los glóbulos rojos no
contiene la enzima G6PD (glucosa-6-fosfatodeshidrogenasa).
La enzima
G6PD contribuye a procesar la glucosa, un azúcar simple que es la principal
fuente de energía para los glóbulos rojos y produce glutatión, el cual evita la
rotura de los mismos. Este trastorno, hereditario por lo general, se presenta
en los varones. Afecta al 10 por ciento de la población masculina negra y a un
porcentaje más pequeño de la población oriunda del área mediterránea. Algunas
personas que padecen déficit de G6PD nunca desarrollan anemia. La fiebre, las
infecciones víricas o bacterianas, las crisis diabéticas y ciertas sustancias
como la aspirina, la vitamina K y las habas (frijoles) pueden inducir la
destrucción de los glóbulos rojos, provocando anemia. La prevención consiste en
evitar las situaciones o sustancias que producen anemia, pero ningún
tratamiento puede curar la deficiencia de G6PD.
Anomalías
de la hemoglobina
Las
anomalías hereditarias de la hemoglobina pueden causar anemia. Los glóbulos
rojos que contienen hemoglobina anormal pueden deformarse o perder la capacidad
para suministrar una cantidad adecuada de oxígeno a los tejidos.
Drepanocitosis
La
drepanocitosis es una enfermedad hereditaria caracterizada por glóbulos rojos
con forma de hoz y anemia hemolítica crónica.
Formas de
los glóbulos rojos
Los
glóbulos rojos normales son flexibles, con forma de disco, y más gruesos en el
borde que en el centro. En varios trastornos hereditarios, los glóbulos rojos
se tornan esféricos (esferocitosis hereditaria), ovales (eliptocitosis
hereditaria) o con forma de hoz (drepanocitosis).
La
drepanocitosis afecta casi exclusivamente a la población negra. En los Estados
Unidos, por ejemplo, aproximadamente el 10 por ciento de dicha población tiene
un gen de drepanocitosis (presentan un rasgo drepanocítico); estas personas no
desarrollan la enfermedad. Aproximadamente el 0,3 por ciento tiene dos genes y
sí desarrolla la enfermedad.
En la
drepanocitosis los glóbulos rojos presentan una forma anormal de hemoglobina
(proteína que transporta el oxígeno) que conlleva una reducción de la cantidad
de oxígeno en las células y que los deforma dándoles un aspecto de media luna o
de hoz. Los glóbulos rojos con forma de hoz obstruyen y dañan los vasos más
pequeños que se encuentran en el bazo, los riñones, el cerebro, los huesos y
otros órganos, reduciendo el suministro de oxígeno a dichos tejidos. Estas
células deformadas, al ser frágiles, se rompen a medida que pasan por los vasos
sanguíneos, causando anemia grave, obstrucción del flujo sanguíneo, lesión en
distintos órganos y, a veces, la muerte.
Síntomas
Quienes
padecen drepanocitosis siempre tienen algún grado de anemia y de ictericia
leve, pero pueden presentar otros síntomas. Sin embargo, cualquier factor que
reduzca la cantidad de oxígeno presente en la sangre (como por ejemplo el
ejercicio activo, el alpinismo, los vuelos a gran altitud sin suficiente
oxígeno o una enfermedad), puede provocar una crisis de drepanocitosis (un
empeoramiento súbito de la anemia), dolor (a menudo en el abdomen o en los
huesos largos), fiebre y, a veces, falta de respiración. El dolor abdominal
puede ser intenso y la persona puede vomitar; los síntomas pueden parecerse a
los que provocan la apendicitis o un quiste ovárico.
En los
niños, una forma frecuente de crisis de drepanocitosis es el síndrome torácico,
caracterizado por un dolor intenso en el pecho y ahogo. La causa exacta del
síndrome torácico aún se desconoce pero parece ser el resultado de una
infección o de un bloqueo en un vaso sanguíneo como consecuencia de un coágulo
o de un émbolo de sangre (una parte de coágulo que se ha desprendido y se ha
alojado en un vaso sanguíneo).
La mayoría
de las personas que padece drepanocitosis presenta un agrandamiento del bazo
durante la infancia. Alrededor de los 9 años, el bazo se encuentra tan
lesionado que se encoge y deja de funcionar. Como el bazo ayuda a luchar contra
las infecciones, estas personas susceptibles pueden desarrollar neumonía
neumocócica y otras infecciones con mayor facilidad. Las infecciones víricas
tienden a reducir la producción de células sanguíneas, por lo que la anemia
empeora. El hígado se agranda progresivamente a lo largo de la vida y se forman
cálculos biliares a partir del pigmento de los glóbulos rojos dañados. El
corazón habitualmente se agranda y son frecuentes los soplos cardíacos.
Los niños
que padecen de drepanocitosis suelen tener el torso relativamente corto pero en
cambio los brazos, las piernas, los dedos y los pies son largos. Las
alteraciones en la médula ósea y en los huesos pueden causar dolor de huesos,
sobre todo en las manos y los pies. Los episodios de dolores articulares y
fiebre son habituales y la articulación de la cadera puede sufrir tanto daño,
que al final es necesario reemplazarla.
La falta de
circulación en la piel puede causar lesiones en las piernas, sobre todo en los
tobillos. El daño del sistema nervioso puede provocar ataques cerebrales
(accidentes vasculares cerebrales). En personas de edad más avanzada, las
funciones pulmonar y renal pueden deteriorarse. Los varones jóvenes pueden
padecer erecciones persistentes, a menudo dolorosas (priapismo).
En raras
ocasiones una persona con el rasgo drepanocítico puede presentar sangre en la
orina por una hemorragia en el riñón. Si el médico sabe que este sangrado está
relacionado con un rasgo drepanocítico, puede evitar una cirugía exploratoria
innecesaria.
Diagnóstico
La anemia,
el dolor de estómago y de los huesos, y las náuseas, suelen ser señales
suficientemente evidentes de una crisis de drepanocitosis cuando se produce en
una persona joven de etnia negra. En una muestra de sangre examinada al
microscopio se pueden observar los glóbulos rojos con forma de hoz y los fragmentos
de glóbulos rojos destruidos.
La
electroforesis, un análisis de sangre, puede detectar una hemoglobina anormal e
indicar si una persona presenta sólo el rasgo drepanocítico o bien la
drepanocitosis misma. La identificación del rasgo puede ser importante para la
planificación familiar, puesto que determina el riesgo de tener un hijo con
drepanocitosis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario